Otra noche de errores inexplicables, de desacoples defensivos y de mucho padecimiento. Un 1-3 inapelable en Santiago del Estero ante los suplentes de Central Córdoba que bajó definitivamente a la Academia de la lucha por el título. La sensación es la de un desgaste físico y mental profundo pero que no justifica los errores inadmisibles e infantiles en la última línea. Angulo y Segovia fueron una pesadilla para una defensa que padeció el partido. De no haber sido por Cambeses (atajó un penal)la derrota hubiera llegado a cifras catastróficas. Casi como si el alma del equipo se hubiera quedado en Asunción con la consagración en la Copa Sudamericana. Porque desde ahí disputó 9 puntos por la Liga Profesional y sólo ganó 3, convirtiendo 7 goles pero recibiendo 8. Cómo si se hubiera desconfigurado en su estructura colectiva. La determinación, la fé, el coraje y el compromiso de aquella final ante el Cruzeiro no volvieron a verse. Ahora es un equipo que ante cada error paga recibiendo un gol. Además y sin que suene a excusa otra vez sufrió mucho con las ausencias ( Di Cesare, Almendra, Solari, Roger) que desnudan lo mucho que sufre cuando no están en cancha los hombres que le dan identidad a su columna vertebral. No es una situación alarmante pero si genera malestar y preocupación porque sufrió dos derrotas seguidas defendiendo muy mal y dejando una imagen de equipo endeble. Una fecha separa a Racing del receso de verano, un descanso merecido y necesario. Las elecciones también generan un clima político espeso y que a veces se traslada a la cancha. Ojalá el ganador en la contienda electoral entienda que este plantel necesita inversión, refuerzos y variantes. Que el reciente titulo internacional no sea el techo. Mientras tanto el cuerpo técnico deberá tratar de recuperar el espíritu combativo y valiente que fue el sello que identificó a este grupo todo el año. Queda una función de despedida, que sea con triunfo y aplausos...