El único boxeador criollo de real jerarquía en estos tiempos, Fernando Puma Martínez (detesta que lo llamen Pumita), afrontará acaso el compromiso de mayor exigencia de su brillante carrera: será en la madrugada del domingo 31, versus el japonés Kazuto Ioka (31-2-1) a eso de las 4am y en la tevé argentina en la sontonía de ESPN. El boquense Martínez, peleador hasta los tuétanos y dueño de una intensidad que ha sido incapaz de soportar por sus cuatro notorios adversarios anteriores (los filipinos Jerwin Ancajas por duplicado y luego Jade Bornea), incluso por el propio Ioka el 7 de julio de 2024, en Kogukikan, por amplio margen de puntos, subirá el ring precedido de inevitables dudas acerca de su plenitud física. De hecho, en el campamento previo que llevó a cabo a Miami, sufrió un contratiempo que, a lo menos, genera inquietud: afectado de un cuadro febril guardó reposo y fue cancelado el entrenamiento público que estaba pactado. Ahora, bien: ¿Por qué razón el autor de estas líneas alude a “parada brava” si en la pelea de julio el argentino había dominado de principio a fin? Por más de una razón: la primera, se desprende de las palabras del propio hacedor del campeón mundial supermosca, Rodrigo Calabrese: “esta vez, vamos a ir a buscar el nocaut”. Cualquiera más o menos avisado del brumoso mundo del boxeo del elite, sabe que cuando un protagonista o su mano derecha declaran algo así, tienen la certeza de que en caso de un pleito más o menos cerrado o de escaso margen a favor, el resultado será adverso. Un robo o un fallo simpático para Ioka, quien, y he aquí, el segundo factor, la noche de su tropiezo con el Puma estuvo a años luz de su potencial. Y ya sabemos, según nos enseñaron los sabios de la tribu, que a la hora de una revancha cabe evaluar quién la primera vez dio el máximo de su combustible y quién no. Ojalá que nos equivoquemos, pero percibimos que esta vez el Puma será menos que aquella vez y Ioka será bastante más. De confirmarse la presunción pesimista, representaría una verdadera pena. El Puma Martínez ya nos ha regalado cuatro peleas extraordinarias que, con el debido respeto, no pudo, no supo o no quiso regalar el exquisito Omar Narváez más allá de la pompa de sus números. Luego, porque la Argentina se quedaría sin un solo campeón mundial. Un penoso retrato de época.