Cuenta la historia que hubo un partido en el Cilindro que empezó en la noche del sábado y terminó en los primeros minutos del domingo. En ese encuentro la determinación de Racing fue mucho más que las quejas de Boca. Sobre todo en los primeros 45 dónde la Academia maniato y atropelló a un rival que siempre se sintió incómodo. Por eso el gol de Vietto a los 16 (gran avivada del pibe alcanza pelotas Lucas Lionel Alvarez de la séptima división) luego un rápido contragolpe Made in Martirena y Solari. Desde ese momento empezaron los reclamos de Boca que sintió que un lateral realizado 3 metros más acá o más allá fue la causa de su inevitable debacle futbolística. Inadmisible si entendemos el contexto, el folclore futbolero, lo que estaba en juego y además lo rápido y dinámico que es el fútbol argentino. Por eso llamaba la atención lo desencajado que estaba Gago, un entrenador que cuando pasó por Racing jamás esbozó una queja contra nadie y siempre repetía que se conformaba con competir. Y siguió siendo más el equipo de Costas que salió a borrar esa pálida imagen que había dejado el lunes pasado en La Plata ante el Pincha. Tuvo en Colombo un bastión defensivo inexpugnable y que hizo olvidar que no estaba Sosa. Mordían Nardoni, Solari, Rojas y hasta Adrián Martínez que se fajaba allá adelante con Bataglia y Ayrton Costa. La premisa era la solidaridad colectiva y la búsqueda del ataque rápido. Debió ser más amplia la diferencia en ese PT. El complemento ofreció buenos 15 iniciales de la visita ya con Zeballos en la cancha, destellos de Cavani y Barinaga que desperdició una inmejorable oportunidad para empatar. Luego Costas con las variantes empezó a ganar la batalla táctica por demolición. Fueron claves los ingresos de Salas, Conti, Barrios y Zaracho. Falcón Pérez erró al no expulsar a Martirena pero antes le había perdonado la vida a Ayrton Costa y luego Delfino desde el VAR quiso imponer un penal por supuesta mano de Nardoni que el árbitro con buen criterio no compró. Para el final una recuperación alta de Matías Zaracho y luego Salas y su potencia hicieron que Marchesin diera un rebote para el cabezazo goleador de Maravilla Martinez al 2-0 definitivo, justo e inapelable. Sólo quedaba tiempo para la expulsión de Zenón por ir muy mal contra Salas y luego se desató la fiesta en las tribunas donde bajaba el ole, ole, ole mientras el equipo se lucía en el campo de juego tocando y tocando. Por más que algunos medios quieran imponer el título de triunfo polémico ,lo cierto es que hubo un equipo que fue Racing muy superior a esas 11 camisetas de Boca desparramadas por la cancha sin ideas claras ni argumentos tácticos para torcer una historia que les fue adversa desde el minuto inicial. Así la Academia tuvo su recompensa y su fiesta en Avellaneda en un partido que empezó un sábado y terminó un domingo, antes del amanecer...